En el seguro puerto tu barco puede
anclar;
allí las tempestades no puédenle azotar.
¡Qué grato al navegante refugio en él hallar,
y al fin del rudo viaje, salvo estar!
Coro:
hay sitio, si,
allá en el puerto amado de salud.
En el seguro puerto hay sitio para ti;
de Dios el barco espera; llevarte
quiere allí;
son fieles sus promesas al pobre pecador;
feliz serás si fías en su amor.
Amigos bien amados a nuestro lado irán;
sus voces al oído ¡cuán gratas sonarán!
Parad, pues, tempestades, cesad, tormentas, ya;
la música divina oigo allá.
Olajes cadenciosos, llevadme a aquel hogar;
desde esta tierra triste lo veo allá brillar;
mi espíritu cansado allí reposará,
y allí mi frágil barco anclará.