¡Cuán firme es de tu iglesia
el cimiento, oh Dios de luz,
pues es tu amado Hijo.
el bendito Rey Jesús!
El trono de los cielos
de grado abandonó,
y por su amada iglesia
su vida entregó.
Es una la esperanza
y una es nuestra fe,
y uno es el bautismo
doquiera que se esté.
De todas las naciones.
unidos, oh Señor,
tus hijos hoy te buscan
y cantan tu loor.
Astutos enemigos
la quieren destruir;
fundada en la Roca
la vemos resistir.
Tus hijos te suplican
que no demores más.
Prometes que muy pronto
en gloría volverás.
En medio de aflicciones
y luchas por doquier
tu iglesia alerta aguarda:
tu gloria anhela ver;
y cuando aparecieres
en gloria y majestad,
tu iglesia victoriosa
tendrá la libertad.