¡Oh, buen Maestro, despierta!
¡Ve, ruge la tempestad!
La gran extensión de los cielos
se llena de oscuridad.
¿No ves que aqui perecemos?
¿Puedes dormir asi
cuando el mar agitado nos abre
profundo sepulcro aqui?
Coro:
Los vientos, las olas oirán tu voz:
"Haya paz"
Calma las iras del negro mar;
las luchas del alma las haces cesar,
y así la barquilla do va El Señor
hundirse no puede en el mar traidor.
Doquier se cumple su voluntad:
”Haya paz, haya paz”
Tu voz resuena en la inmensidad:
"Paz, haya paz".
Despavorido, oh, Maestro,
te busco con ansiedad.
Mi alma angustiada se abate;
arrecia la tempestad.
Pasa el pecado a torrentes
sobre mi frágil ser,
y perezco, perezco Maestro,
¡oh, quiéreme socorrer!
Vino la calma, Maestro.
Los vientos no rugen ya.
Y sobre el cristal de las aguas
el sol resplandecerá.
Cristo, prolonga esta calma;
no me abandones más;
cruzaré los abismos contigo
al puerto de eterna paz.