¡Oh mi Dios!,yo soy un vil,
miserable pecador,
he faltado veces mil
a tu santa ley, Señor;
yo tus sendas olvidé
y tu amor no aprecié.
En mi alma no hay verdad,
y mi pobre corazón, por su grande iniquidad lleno está de confusión; he perdido mí vigor, desfallezco de dolor.
Ten, oh Dios, piedad de mí,
que debilitado estoy. Dame, por amor de ti, ¡a salud que busco hoy. No me dejes perecer; ven, mi cárcel a perecer.