¡Oh! quién pudiera andar con Dios,
su dulce paz gozar,
volviendo a ver de nuevo el sol
de santidad y amor.
Oh tiempo aquel en que lo vi!
Beatífica visión!
Su fiel acento de amor
oyó mi corazón.
Aquellas horas de solaz,
¡cuán caras aún me son!
Del mundo halagos no podrán
suplir su falta, no.
Paloma santa, vuelve a ml.
¡Oh, Paracleto, ven!
Perdona el pecado vil
con que te contristé.