A los pies de Jesucristo,
¡qué palabras me habla a mí!
¡Sitio tan feliz, precioso,
cada día encuentre aquí!
Contemplando lo pasado,
vuelvo a ver hoy la visión
del amor tan puro y santo
que ganó mi corazón.
A los píes de Jesucristo,
¡cuánto bien se puede hallar!
Dejo aquí mi mal, mis penas,
y hallo grato descansar.
A los pies de Cristo, humilde,
lloro y gózome en orar,
y anhelo gracia diaria
de su plenitud sacar.
¡Oh Jesús bendito, dame
tu divina y santa paz!
Mira con amor a tu hijo,
vea yo tu dulce faz.
Dame el ánimo de Cristo,
hazme santo, justo y fiel;
ande yo con Cristo siempre,
porque mí justicia es él.