¡Cuán grande es Dios!
¡Mortales temblad!
Oímos su voz en la tempestad;
brocado de estrellas es su pabellón,
y vientos y rayos sus ángeles son.
Tu inmensa bondad, ¿qué lengua dirá?
O ¿quién tu verdad jamás sondeará?
Con suma largueza tus manos proveen
y es fiel tu promesa a los que en ti creen.
El frágil varón que triste está,
su consolación en ti hallará.
Tu misericordia no puede faltar:
a tu eterna gloria le has de llevar.
¡Tremendo poder!, ¡ilímite amor!,
¡misterioso ser!, te damos loor.
¡Cuán maravillosa tu gran creación!
Mas, ¡oh qué asombrosa es tu
redención!
¡Load al gran Rey; su gloria ensalzad!
Su amor a su grey con gracia cantad.
Es nuestro escudo, baluarte y sostén,
el Omnipotente por siglos. Amén.