Mirando al cielo cuajado de estrellas
se turba el alma con su esplendor.
Su voz solemne el misterio impone
y siente a Dios el corazón.
La nube lenta que cruza el espacio,
y el mar que eleva su clamor,
la flor y el agua y el monte soberbio
le cantan himnos a su Dios;
le cantan himnos a su Dios.