En las aguas de la muerte
sumergido fue Jesús;
mas su amor no fue apagado
por las penas de la cruz.
Levantóse de la tumba,
sus cadenas quebrantó
y triunfante y victorioso
a los cielos ascendió.
En las aguas del bautismo
Jesucristo me ha salvado
y en su amor me gozaré.
En las aguas humillado
a Jesús siguiendo voy;
desde ahora para el mundo
y el pecado muerto estoy.
Ya que estoy crucificado,
¿comó más podré pecar?;
por su gracia transformado,
vida nueva he de llevar.
A las aguas del bautismo
me llevó la contrición;
desde ahora me consagro
al que obró mi redención.