¡Oh, hermanos!, en los cielos
ved la enseña ya.
la victoria está.
“Voy allá, estad, pues, firmes”,
clama el Salvador.
Firmes por tu gracia estamos;
ella da valor.
No importa si asedian
con rugiente afán
las legiones aguerridas
del traidor Satán.
No os arredre su fiereza,
ved en derredor
cómo caen sus guerreros
casi sin valor.
Tremolando se divisa
el marcial pendón,
y se escucha de trompetas
el guerrero son.
En el nombre del que viene,
nuestro Capitán,
todos nuestros enemigos
con temor huirán.
Sin descanso, ruda sigue
la furiosa lid.
¡Ya!, hermanos, ved cercano
nuestro Adalid.
Poderoso Cristo viene,
salvará su grey.
¡Oh, hermanos! ¡Alegría!
¡Viva nuestro Rey!