Desciende, Espíritu de amor, Paloma celestial, promesa fiel del Salvador, de gracia manantial.
Aviva nuestra escasa fe, concédenos salud; benigno, guía nuestro píe por senda de virtud.
Consuela nuestro corazón y habita siempre en él; concédele el precioso don de serte siempre fiel.
A nuestro Padre, celestial;
al Hijo, autor del bien, y al Santo Espíritu eternal, sea la gloria. Amén.