Alza tu canto, ¡oh lengua mía!
Alza tu canto, ¡oh corazón!
Llénese el alma de alegría,
de gozo santo y devoción.
Vuelen al cielo los ecos santos
que arranco alegre de mi laúd;
vuelen al cielo mis dulces cantos,
mis dulces cantos de gratitud.
Padre, en tu regia, santa morada,
donde la dicha no tiene fin;
allí mi patria miro esmaltada
de bellas flores de tu jardín.
Llévame, oh Padre, para consuelo;
nada en la tierra yo espero ya;
llévame al cielo, llévame al cielo,
que allí tan sólo mi dicha está.