Por la justicia de Jesús, la sangre que por mí vertió, alcánzase perdón de Dios y cuanto bien nos prometió; que sólo él rescata sé; segura base es de mi fe, segura base es de mi fe.
Así, turbada no veré mi paz, su incomparable don.
Aun cuando un tiempo oculto esté me dejará su bendición. En mí no puedo hallar jamás la base firme de la paz, la base firme de la paz.
En la tormenta es mí sostén el pacto que juró y sellé. Su amor a mi supremo bien, su amor que mi alma redimió. Jesús, la Peña, me será base única que durará, base única que durará.