Mi fe contempla a ti,
Cordero celestial, mi Salvador. Oye mi petición, quita mí transgresión, sea tu posesión desde hoy, Señor.
Al débil corazón tu gracia un celo dé, inspirador.
Moriste tú por mí, sea mi amor a ti puro y ferviente así,
cual vivo ardor.
Por senda oscura voy, no veo en derredor; mas me guiaras. Enjuga mi llorar, mi noche haz brillar y así no pueda errar de ti jamás.