Busquemos la patria de justos y santos,
do mora la dicha, do reina el amor. Dejad, pecadores, fugaces encantos que os ciegan y os llenan de eterno
dolor.
pues sobre collados de gloría
andaremos,
y herencia esa tierra de todos será.
Deseamos, hermano, en camino llevarte.
Por ti detenidos estamos; ¡oh ven!
En Cristo confía que anhela salvarte
y hacerte morar en su célico Edén.
Tal vez desconfiado, te estás preguntando:
"¿Quién puede mi negra conciencia limpiar?"
Jesús es el único; ven, pues, orando:
"Señor, haz que pueda a tu reino llegar".