Tuyo quino ser, oh Salvador.
Muéstrame qué hacer,
Cuando asalte el fiero tentador,
dame tu poder.
Coro:
Tuyo soy, tuyo soy,
tuyo soy, ¡oh Salvador!
Tuyo soy, tuyo soy,
tuyo soy mi Redentor!
Los placeres que en el mundo vi
no tendrán, nunca más,
su poder antiguo sobre mí
si conmigo vas.
Tuyo es, oh Cristo, cuanto soy.
Nada es para mí.
Mis talentos te consagro hoy:
todo rindo a ti.