Del Padre los bienes no tienen igual;
de piedras preciosas enorme caudal; diamantes y oro, fortuna sin par, riquezas que nadie podrá computar.
Coro:
Soy un hijo del Rey, soy hijo del Rey;
por Cristo el Maestro soy un hijo del
Rey.
El Hijo divino, del mundo sostén,
sufrió en la tierra, del hombre el
desdén;
extraña le era la tumba crüel; fue pobre y humilde, fue manso y fiel.
Y yo tan indigno, tan vil pecador,
¿loaré al que sufriera por mí tal dolor? ¡Qué herencia la mía!: la nueva Sion,
la vida eternal y una alegre canción.