¡Despertad, despertad, oh cristianos! Vuestro sueño funesto dejad;
que el crüel enemigo os acecha,
y cautivos os quiere llevar. ¡Despertad!, las tinieblas pasaron;
de la noche no sois hijos y a,
mas lo sois de la luz y del día,
y tenéis el deber de luchar.
Despertad y bruñid vuestras armas, vuestros lomos ceñid de verdad,
y calzad vuestros pies, aprestados
con el grato Evangelio de paz.
Basta ya de profundas tinieblas,
basta ya de pereza mortal;
¡revestid, revestid vuestro pecho
con la cota de fe y caridad!
La gloriosa armadura de Cristo
acudid con valor a tomar,
confiando en que el dardo enemigo impotente se ha de quebrar.
¡Oh cristianos, antorchas del mundo!, de esperanza el yelmo tomad, embrazad de la fe el escudo,
y sin miedo corred a luchar.
No temáis, pues de Dios revestidos, ¿que enemigo venceros podrá,
si tomáis por espada la Biblia,
la Palabra del Dios de verdad?
En la cruz hallaréis la bandera,
en Jesús hallaréis Capitán;
en el cielo obtendréis la Corona:
¡A luchar! ¡A luchar! ¡A luchar!