Guíame, ¡oh Salvador!,
por la senda de salud.
A tu lado no hay temor;
sólo hay gozo, paz. quietud.
Coro:
¡Cristo! ¡Cristo!
¡No me dejes, oh Señor!
Siendo tú mi guía fiel,
saldré más que vencedor.
No me dejes, ¡oh Señor!,
mientras en el mundo esté.
donde en ti descansaré.
Tú, de mí alma salvación
en la ruda tempestad,
al venir la tentación,
me libre tu piedad!