Traían en silencio
presentes al Señor;
su amor humilde y puro
les daba gran valor;
palabras de consuelo
y hechos de bondad,
Jesús los recibía
por su sinceridad.
Coro:
¿Quisieras dar a Cristo
el más precioso don?
Di: "Cristo, mi Maestro,
te doy mi corazón".
Aparte de los otros
un pobre Viador
miraba cómo daban
tributos al Señor.
El nada poseía;
sentía gran amor,
¡y cuánto anhelaba
dar algo de valor!
"Señor", clamó el hombre,
"acepta tú mi don,
acepta lo que tengo:
mi triste corazón".
Le dijo el buen Maestro
al pobre Viador:
"De todos los presentes
es éste el mejor".