En el curso de este día nos cercó tu dulce amor;
tu poder nos protegía, y con cantos de loor
te adoramos, te adoramos, ¡oh divino Redentor!
Danos plácido reposo. Este ruego ven a oír:
Cuídanos, señor bondoso; vela tú nuestro dormir;
de peligro y asechanzas tú nos puedes hoy cubrir.