Tu reino amo, ¡oh Dios!,
tu casa de oración,
y al pueblo que en Jesús halló
completa redención.
Tu iglesia, mí Señor,
su templo, su ritual,
la iglesia que guiando
estás con mano paternal.
Por ella es mí oración,
mis lágrimas, mi amor;
solicitud, cuidado, afán,
por ella son, Señor.
Un gozo sin igual
me causa en ella estar,
y andando aquí, su comunión
anhelo disfrutar,
Tu iglesia durará,
oh Dios, cual tu verdad;
y victoriosa, llegará
hasta la eternidad.