Aparte del mundo, Señor, me retiro,
de luchas y tumultos ansioso de huir;
de escenas horribles do el mal victorioso
extiende sus redes y se hace servir.
El sitio apartado, la sombra tranquila,
convienen al culto de ruego y loor;
tu mano divina los hizo, sin duda,
en bien del que humilde te sigue, Señor
Allí, si tu aliento inspira a mi alma,
y llega la gracia mi pecho a tocar,
mis labios podrán, en tu altar encendidos,
cantar alabanza a tu gloria sin par.
Te debo tributos de amor y de gracias
por este abundante y glorioso festín,
y cantos que puedan oírse en los cielos
por años sin cuento, por siglos sin fin.