Señor, Dios poderoso,
a ti vengo a implorar,
mi voz oye amoroso,
mi ser ¡oh ven a limpiar!
Yo sé que mis transgresiones
tu amor las puede borrar;
perdona mis rebeliones.
¡Oh, ven en mí a morar!
Vagué en el pecado
sin paz, sin ley, sin Dios,
mas hoy ya humillado
de tu perdón vengo en pos.
¡Señor!, a mí sé propicio,
ven, cura todo mi mal;
yo dejo vano prejuicio
y todo lo terrenal.
Si tú oyes mi ruego,
Señor, salvo seré.
A ti mi ser entrego
y dulce paz yo tendré.
Anhelo en tus mansiones
eternas ir a morar,
y de tus glorias amadas
por siempre quiero gozar.